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Cuento El sabio (Reflexión)

(Abajo tenéis el enlace del cuento.)

¿Qué es lo que llevamos dentro para ofrecer al mundo? La pregunta parece sencilla pero contestarla puede resultar muy difícil cuando tenemos más bien poco que ofrecer. Y este cuento nos hace reflexionar sobre ello,




ya no es tan importante lo que recibes sino lo que eres capaz de dar, ahí reside la esencia de la generosidad humana, en dar sin pedir nada a cambio, ni tan solo el respeto que tú ofreces.

En unas quince líneas el autor de este cuento es capaz de concentrar una idea brutal: “Cada uno de nosotros solamente ofrece lo que tiene.” Mientras que el sabio es capaz de ofrecer conocimientos, enseñanzas y buenas palabras, el grupo de hombres y mujeres tan solo pueden ofrecerle insultos y desprecio. La sentencia del sabio, realmente, es muy dura porque con aparente tranquilidad e incluso ternura pone en evidencia todas las carencias de algunas personas. ¿Cómo se va a sentir ofendido por una persona que le ofrece lo que tiene?
¿Por qué no queremos aprender del que nos puede enseñar? En este punto es donde la radica la ignorancia de la humanidad, no en tener que aprender continuamente sino en no querer aprender porque creemos que con lo que tenemos dentro de nosotros es suficiente.Y nunca es suficiente para seguir creciendo como persona.
El cuento posee, desde mi punto de vista, poca calidad literaria, pero sin embargo es un ejercicio de reflexión que puede resultar muy útil para trabajar con los alumnos. El mensaje es sencillo y directo y nos proporciona la oportunidad de poner encima de la mesa toda una batería de preguntas sobre nuestra forma de enfrentarnos al mundo: ¿Cómo es mi relación con los demás?; ¿Cuál es mi reacción ante situaciones diferentes?; ¿Cómo me enfrento al mundo? y podríamos seguir con más y más interrogantes.
Partiendo de la sentencia del sabio, en la que cada uno ofrece lo que lleva dentro, se hace evidente la necesidad de una mirada hacia nosotros mismos, ser capaces de ver lo que hay dentro de nosotros, y así, tal vez, poder solventar las carencias que hallamos en nuestro interior.

MICRORRELATO: El recuerdo

Era difícil saber por qué todo sucedió así. Tengo vagos recuerdos de aquel día, hace demasiado tiempo ya, seis meses creo recordar. Me han hecho las mismas preguntas no sé cuántas veces y cada vez mis respuestas son más imprecisas. A veces, no puedo evitar decir un “no recuerdo bien”, “no estoy segura” y entonces me presionan más y me dan más información de la que yo tenía, ya no sé si mis recuerdos son míos o son de los demás. He pensado en ese momento cientos de veces y al final dudaba ya de todo. He intentado repasar cada segundo de aquel día, y no logro mantener una sola versión en mi cabeza. Algunos testigos dicen que lo que yo cuento es mentira, y aportan argumentos que a priori, parecen razonables, pero lo que yo viví no es lo que ellos cuentan. En algún momento, recuerdo algún detalle y lo añado a mi versión y entonces surgen más preguntas y de repente, ya no sé si es cierto o producto de mi imaginación.
He escrito mi versión y la que tienen el resto de testigos, y no encajan. He intentado buscar algo que pueda justificar esa divergencia, pero aún no he conseguido llegar a ese punto de inflexión. Parto de la base de que los testigos no mienten, no tienen motivo para ello, creo. Yo tampoco miento, al menos estoy convencida de ello.




 

Los días pasan aquí dentro, pero el tiempo no. Leo para mantener la mente ocupada y dejar de pensar durante un tiempo en ese día, el día en el que mi vida dejó de ser mía. He hablado muchas veces de esto con los míos, y todos me dicen que tenga paciencia, que todo se solucionará, pero yo ya no recuerdo más, por más que lo intento no consigo encontrar ese detalle 

que me devuelva mi vida y que me permita dar paso a otro día, a otros días. Creen que estoy bloqueada mentalmente, tal vez tengan razón, pero sigo aquí. Y mañana, volverán a empezar con las preguntas. Lo más fácil sería responder lo que ellos quieren oír, y acabar con esta tortura y quedarme aquí, tranquilamente, sin la necesidad de pensar más. Volverán a preguntar y yo volveré a responder, quizá más dubitativa que la última vez, porque habré tenido un día más para recordar lo recordado. Y traerán un nuevo testigo que cambiará mis recuerdos y tendré que incorporar estos nuevos recuerdos a los míos, viejos y trasnochados. Y la verdad ya no será la primera verdad.

M.B.