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El Quijote: Estructura de la obra




La obra consta de dos tomos: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605) y Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (1615). Posteriormente, la obra ha pasado a conocerse como Don Quijote de la Mancha, en un solo tomo, dividido en dos partes que coinciden con los tomos anteriormente mencionados.
Primera parte
Esta primera parte se divide en 52 capítulos, divididos a su vez en cuatro partes:
  • Primera parte (caps. 1-8): Presentación del personaje principal, Alonso Quijano. El autor nos presenta a un cincuentón con el juicio algo distraído por las lecturas de caballerías y con la intención de armarse caballero y salir en busca de aventuras. En su primera salida se suceden tres aventuras: es armado caballero, defiende a Andresillo del maltrato de su amo y proclama la belleza de Dulcinea ante los mercaderes toledanos. Un vecino lo encuentra y lo lleva de regreso a su casa, donde se producirá el escrutinio de su biblioteca por parte del cura y del barbero. En esta primera parte, también, se inicia la segunda salida acompañado de Sancho Panza.
  • Segunda parte (caps. 9-14): El narrador dice haber encontrado un manuscrito de Cide Hamete y su intención de continuar esa historia. En esta segunda parte se retoma el combate entre don Quijote y el vizcaíno. También podemos leer la historia intercala de Marcela y Grisóstomo.

  • Tercera parte (caps. 15-27): Episodio de los yangüeses. Don Quijote llega a la venta de Juan Palomeque. Aparece otra historia intercalada, la de Cardenio. Y finalmente, aparecen el cura y el barbero con intención de llevar a don Quijote de vuelta a casa.
  • Cuarta parte (caps. 28-52): Dorotea finge ser la princesa de Micomicona para sacar a don Quijote de Sierra Morena. Se produce la lectura de El curioso impertinente. También podemos leer el fin de la historia de Cardenio. El autor introduce otra historia intercalada y consiguen llevar a don Quijote a la aldea.
Los seis primeros capítulos y el principio del séptimo según Menéndez Pidal  son una imitación del “Entremés de los romances”, cuestión muy discutida en la actualidad ya que muchos críticos no están de acuerdo con esta afirmación. Menéndez Pidal se basa en unas hipotéticas fechas, en las que sitúa esta obra alrededor de 1591, mientras que otros críticos creen que la obra es posterior, y como dato cierto solo tenemos su publicación en 1612 dentro de Las comedias de Lope de Vega.
También, según Menéndez Pidal, se considera que la obra es el resultado de un cambio de estructura en la novela lo que apoyaría la tesis de que Cervantes tenía planeado escribir una “novela ejemplar”.
Segunda parte
Esta segunda parte de El Quijote se escribió 10 años después, en 1615. Hay muchas incógnitas acerca de por qué Cervantes tardó 10 años en volver a escribir la obra. Algunos creen que Avellaneda con su Quijote apócrifo tuvo algo que ver, ya que esta obra se publicó en 1614. Pero es posible que Cervantes hiciera bastante tiempo que ya trabajaba en su obra y este hecho le hiciera acelerar la finalización del libro. Dio muerte a su personaje principal, cerrando así cualquier posibilidad de continuación y haciendo más humano, si es posible, a don Quijote.
A diferencia de la primera parte, en esta, Cervantes ha planificado la obra desde el principio y anuncia el final: el bachiller Sansón Carrasco convertido también en caballero andante tendrá como objetivo persuadir a don Quijote de que una vez derrotado en sus aventuras cumplirá la penitencia de un año de retiro. Será el Caballero de la Blanca Luna quien derrote a don Quijote, y conseguirá así que el protagonista vuelva a su casa. Cuando este recupera la lucidez, muere.
Otra diferencia con la primera parte es la inexistencia de historias intercaladas, ya que Cervantes fue muy criticado por ello, aunque incluye alguna historia que poco tiene que ver con la trama principal, por ejemplo las de Ricote, Ana Félix, etc.
En la segunda parte las aventuras se centran básicamente en el palacio de los duques.
Aparece el tema de la metaliteratura al hacer referencia a El Quijote de Avellaneda. El hidalgo manchego es conocido en todo el mundo, ya que la fama de sus hazañas ha llegado a todos los rincones del país.
Esta segunda parte consta de un prólogo y 74 capítulos, todo el libro gira en torno a la tercera y última salida.

La pesadilla

No puedo dormir. Lo intento pero no puedo. Odio ese momento, el momento del descanso lo llaman y yo no puedo dormir. La noche se vuelve eterna, inacabable, insoportable. Los minutos se quedan colgados en el reloj, y por más que lo miro sus agujas no se inmutan, entonces voy a todas las habitaciones de la casa donde hay uno,pero el tiempo se ha parado, zarandeo el reloj, pego la oreja en él para ver si funciona, tic-tac, tic-tac. No es el tiempo lo que se ha parado.




El cansancio, a veces, creo que es mi aliado y cierro los ojos por puro agotamiento y entonces es peor. La pesadilla se repite una y otra vez, y me despierto sudando y temblando, intento buscar algo que me haga saber que estoy en casa, en mi casa, pero los nervios me traicionan durante unos minutos hasta que consigo calmar mi respiración y mi entorno se vuelve amable.
No quiero dormir. Me da miedo sentirme atrapada en un sueño que me destruye, que me hace sentir tan pequeña, tan débil y no tengo fuerzas para luchar, me quedo paralizada como si mi cuerpo fuera de plomo, como si toda la culpa del mundo estuviera en mí y me aplasta de tal manera que me quedo inmóvil en el rincón esperando que acabe cuanto antes, aunque tan solo sea por hoy y mañana se vuelva a repetir, no sé cuántas veces. Me da igual, quiero que acabe hoy.
Me levanto, compruebo que la llave de la puerta está bien echada y empiezo a respirar con más tranquilidad. Estoy en casa y estoy segura, eso dicen. Me digo a mí misma que solo es una pesadilla, que ya solo es una pesadilla. Alguien me dijo un día que los sueños los controlas tú, y que solo tú puedes defenderte de tus miedos, enfrentarte a ellos y mirarlos a la cara. A veces me lo creo y me siento fuerte y en ese momento creo que hoy será el día en que voy a poder luchar, pero cuando estoy allí, sola, en el rincón y cientos de imágenes me golpean la mente y el olor se vuelve tan real y cercano y las palabras dichas rebotan en la cabeza con tanta intensidad, mi cuerpo se queda tenso como un bloque de hormigón intentando sentir lo menos posible y poder despertar y abrir los ojos para poder seguir viviendo.
La realidad por la noche se vuelve diferente, el silencio de la gente que duerme, las calles vacías, la vida por un momento deja de tener protagonismo. Los demás descansan y yo, mientras, me preparo una manzanilla, me fumo un cigarro, leo, veo la televisión, cualquier cosa que me permita no cerrar los ojos y me mantenga alerta. Siempre alerta.
El sueño, testarudo, inicia de nuevo su ataque y al fin, vuelvo a ser su víctima. Al principio, la sensación es tan dulce, tu mente se relaja y tu cuerpo parece que flota como si estuvieras tumbada en las nubes, empiezas a sentirte tan cómoda que por unos segundos te olvidas de todo. Se oye la llave en la puerta y se abre y empiezas a temblar, los pasos se acercan, sin prisa y tú corres al rincón, y esperas. Esperas que solo sea tu imaginación jugándote una mala pasada. Miras el reloj. Tic-tac, tic-tac. Se ha detenido en la cocina, no tiene prisa, y tú sigues esperando con la cara entre las manos. Ahora sí abre la puerta de la habitación en la que tú estás, asustada, indefensa, tienes tanto miedo…has perdido tanto… que por primera vez en tu vida, te levantas y lo miras a los ojos.

 

Mar  Ball
 
 
 

El reflejo del mar

No sé por qué fui.Hacía muchos años que no paseaba por la playa, pero aquel día un impulso me hizo ir hasta allí o tal vez fue la necesidad de gritar lo que llevaba dentro. Caminaba por la arena sin mirar al mar, sin atreverme a girar la cabeza hacia ese océano que tantas cosas se había llevado.Al final reuní la fuerza suficiente para mirarlo cara a cara y por un momento creí ver la escena tantas veces repetida en mi cabeza, aparté la vista y de repente las olas del mar rugieron con tanta intensidad, una y otra vez, hasta que comprendí que lo que estaba viendo no era producto de mi imaginación, y entonces el mar recobró su calma. Su cuerpo flotaba en el mar, las olas lo acunaban con suavidad, al verla allí salí corriendo y la saqué del agua. La tumbé en la arena e intenté reanimarla, le hice el boca a boca y expulsó tanta agua que parecía que se había quitado una gran peso de dentro y empezó a respirar, agitadamente al principio, más lentamente, después. Respiraba ella, y yo, también. Me quité la chaqueta y se la puse por encima, temblaba. Me miraba sin saber muy bien dónde estaba, qué había pasado y yo, no tenía respuestas para ella.




Esperé a que se recuperase y empezamos a hablar. Yo no tenía prisa, ella tampoco. Se la veía contenta, sus ojos se iluminaban poco a poco. Parecía tímida, pero con ganas de hablar. Me dijo: “Hoy necesitaba gritar y por eso he venido aquí, a sacarme algo de dentro y he vuelto a vivir.” pero no sé si se refería al momento de la playa o a otra cosa, porque miraba hacia el mar con una ternura inexplicable para mí. Hablaba de él como si este le hubiera dado la vida, como si sus olas la hubieran puesto a salvo… de muchas cosas. “El mar es inmenso e intenso”, me dijo. Y entonces empezó a hablar como si no pudiera esperar ni un minuto más:
“He venido a ver el mar, por pura necesidad, por escuchar algo que no fueran palabras, por ver las olas y oler la sal. Me he sentado en la arena y he dejado de pensar, y he sentido la brisa y he podido respirar.
A lo lejos una voz gritaba y las manos levantadas parecían pedir auxilio. Su cara me resultaba familiar. Entonces me levanté y me metí en el agua, estaba helada. Fui hacia ella hasta que la tuve delante y se calló, dejó de gritar, de agitar los brazos, tan solo me miraba. ¿Qué te pasa? ¿Qué necesitas? y ella dijo: No lo sé. Entonces, ¿por qué has gritado? le pregunté. Quería salir de aquí, me respondió. Al verte agitar los brazos pensé que pedías ayuda, le dije. No sé nadar, y al decirme eso desapareció.

Mi rostro se reflejaba en el agua, era ella, la chica de la playa, la que pedía ayuda, la que no sabía nadar. El mar era un espejo en el que yo me reflejaba y por primera vez, después de muchos años me paré a mirarme y no me gustó. El reflejo me tomó de la mano y me hundió, bajo el agua veía la luz del sol y no tuve fuerzas para luchar y me dejé arrastrar con la sensación de que mi cuerpo pesaba toneladas y toneladas y el cansancio de la vida se convirtió en un profundo sueño.No había nadie en la playa. El sol quemaba. Mi ropa estaba seca. La olas sonaban con tanta intensidad que necesité taparme los oídos. Duró varios minutos hasta que al fin todo se volvió silencio. Ahora podía escuchar mi propia respiración, cada vez más lenta, más relajada. La calma se apoderó de mi cuerpo y dejé de sentirlo mío. Al despertar estabas tú.”
Nos quedamos en silencio durante unos minutos y al mirarnos nos salió un grito de dentro, desde el estómago, un grito contenido tantos años y el mar rugió tan fuerte que parecía acompañarnos y de repente… la calma.
M.B.