Hizo alarde de su inteligencia ante todos y aceptó el reto cuando un cabeza hueca le golpeó en la cara con un guante roto y sudado. El duelo fue inevitable. Se colocó en posición y disparó. Le voló la cabeza en mil pedazos y confirmó lo que todos sabíamos, no había nada. El cuerpo, que había perdido la cabeza, salió corriendo y gritando: “He ganado, he ganado. Sigo en pie.” Él lo miró derrotado y dijo: “Es cierto, no tenías nada que perder.”
MICRORRELATO: CON LAS MANOS MANCHADAS
Tenía las manos manchadas. Fue al baño y se las lavó una y otra vez. La manchas no se quitaban. Desistió. Fue a su despacho y allí, se le acumulaban los sobres y las llamadas. Los abrió todos con una sonrisa mal disimulada. Después hizo las llamadas y en cada una de ellas, sus manchas aumentaban. Quiso esconder sus manos bajo la mesa, pero esta, ya estaba llena.
MICRORRELATO: EN LLAMAS
Escuché el sonido mientras me tomaba el café de madrugada. Escuché el crepitar del fuego que se acercaba. Y el viento, lo acompañaba. Me levanté a mirar por la ventana y todo estaba en llamas. Lenguas de fuego nos acechaban. No me dio tiempo a decirte nada. Todo estaba en llamas. Miré por última vez tu cara y, entonces, todo lo nuestro se convirtió en nada.