Paseé por las calles durante horas y cuando ya estaba llegando me detuve delante de un escaparate. Vi a alguien reflejado en el cristal oscuro de la tienda, no reconocí su rostro cansado y demasiado arrugado para su edad. Me miró con la misma intensidad que yo lo hacía, me incomodó su mirada. Me resultó insoportable su presencia y me fui a la misma vez que él. Nunca más volví a ver su cara, nunca más volví a detener mi paso.